Muchos ciudadanos llegaron a pensar hasta hace poco tiempo que la alternancia en la presidencia de
la república principalmente, pero también en los gobiernos estatales y
alcaldías, además de la existencia de por lo menos tres partidos políticos (PRI,
PAN y PRD) con presencia, nos llevaría necesariamente a gobiernos más
democráticos y mejores en todos sentidos para la mayoría de los mexicanos, pues
la democratización y la diversidad política en algunos otros países ha generado
mejores gobiernos, con manifiesto progreso y aumento en el bienestar de la
mayoría, como podrían ser los casos de Brasil a de Alemania; sin embargo esta
situación o ecuación no parece ser cierta en el caso de México.
Quizá los mexicanos fuimos muy
optimistas o descuidados a partir del año 2000, en que ganó el poder el PAN,
después de 72 años de dominio casi total del partido tricolor, y pensamos que
los cambios económicos y sociales necesarios para la transformación y el progreso
de México vendrían de manera natural, como consecuencia de los resultados
electorales, algo así como la mano invisible que decía el economista clásico y
liberal Adam Smith.
Sin embargo, el cambio de partido político del PRI al PAN, en una
alternancia que lleva casi doce años, no significó en realidad un cambio en la
forma de gobernar o una verdadera transición hacia el progreso y el desarrollo,
sólo hubo algunos cambios, importantes quizás como la Ley de Transparencia y
Acceso a la Información, pero insuficientes; lo cual sumado a la falta de
participación política de los ciudadanos y a la apatía de las estructuras partidistas
del PAN y PRD, han hecho que los herederos del viejo régimen priísta, siempre
activos y con la experiencia de tantos años de mañas, corrupción y grandes
recursos económicos proporcionados por sus correligionarios gobernadores de la
mayoría de los estados de la república; estén con posibilidades de volver al
poder con su candidato televisivo Enrique Peña Nieto, para desgracia de este
gran país, con lo cual, de nuevo retrocederíamos en todos los aspectos
políticos económicos y sociales, y se perderían sin duda los avances logrados
que estos años de transición inconclusa.
Cabe mencionar que es muy probable que los tricolores y sus rémoras
del PVEM y el PANAL ganen la mayoría de los puestos legislativos (diputados y
senadores), gracias a la pobreza, falta de capacidad, liderazgo, divisionismo e
interés de grupos o tribus de los partidos de oposición representados por el
PAN y el PRD, que presentaron en la mayor parte de los estados candidatos
malos, desconocidos y sin presencia ni arraigo popular, y lo peor de todo, sin
invertir dinero en las campañas; muy al contrario de los candidatos tricolores,
que empezando con el candidato televisivo y siguiendo con todos los diputados y
senadores, han hecho campañas ostentosas de muchos millones de pesos pagados
con nuestros impuestos que probablemente sean la explicación lógica de una
parte del enorme endeudamiento de los estados gobernados por el PRI en los
últimos dos años 2010 y 2011, como ejemplo tenemos: Coahuila, Veracruz, el
estado de México, Nuevo León, Nayarit, Quinta Roo Y Oaxaca, entre otros.
Por lo anterior, pesa sobre los mexicanos la amenaza de que si además
del congreso federal, el tricolor gana la presidencia de la república, el país
entero estará en manos de los mismos políticos que lo han hundido en la
corrupción, la pobreza y el atraso económico, político y social, es decir, de
Peña Nieto y su equipo.
Hay que tener en cuenta que la cultura priísta ha sido siempre autoritaria
y enemiga de la pluralidad y de la democracia; a nivel nacional tenemos como
ejemplo a Carlos Salinas De Gortari, uno
de los padrinos políticos de Peña nieto, y a nivel estatal tenemos engendros
como Ney M. González Sánchez, Humberto Moreira, Ulises Ruiz, Fidel Herrera
Beltrán, Mario Marín, etc.; todos estos vivos ejemplos de que el PRI no puede
cambiar, tienen las mismas viejas mañas y otras nuevas, si por desgracia
regresaran al poder, ya no lo soltarán en cien años como dice la canción, sobre
todo si consideramos que los partidos de supuesta oposición PAN y PRD (los
otros no cuentan, son sólo rémoras), están desarticulados y debilitados, por lo
que son los ciudadanos los que pueden evitar el regreso de México a la edad de
las cavernas, al régimen del partido único
y a la anulación de la relativa pluralidad que tenemos.
La única forma de evitar el retorno tricolor con Peña Nieto, es
apoyando con el voto de los ciudadanos sin partido la candidatura de Andrés
Manuel, como única manera de llegar a
lograr un cambio en la forma de gobernar con austeridad y con menos corrupción
e impunidad.
Es importante aclarar que en el periódico realidades del día 18 de
junio se publicó una carta de apoyo a Andrés Manuel López Obrador, y que por
alguna razón que ignoro, apareció con el nombre de “MORENA”, asociación
política a la cual no pertenezco ni deseo que se me vincule.
¿Usted qué opina amable lector?