¿Y QUIEN DEFIENDE LOS DERECHOS DE LOS NIÑOS?

Ha sido de una gran notoriedad el fallo de la Suprema Corte de Justicia de la Nación en el sentido de declarar que las bodas entre homosexuales son legales y válidas en todo el país, aunque sólo se realicen por lo pronto en el D.F.; ésto en realidad era de esperarse, pues es una consecuencia del derecho universal a la libertad de todos los seres humanos, en esa vertiente, si dos individuos del mismo sexo desean unirse legalmente el estado puede tutelar ese derecho y darles igualdad con las parejas o matrimonios heterosexuales, hasta aquí todo iba bien.

Sin embargo, en un afán político de notoriedad el PRD y en particular la Asamblea Legislativa del D.F. dictaminaron que no sólo podían contraer matrimonio parejas homosexuales sino que tenían también, de acuerdo con la Constitución Federal, el derecho de adopción, este tema fué cuestionado por un amplio sector de la sociedad y por la Procuraduría General de la República, que interpuso una controversia ante el al Máximo Tribunal en nuestro país; la Suprema Corte de Justicia de la Nación, la cual resolvió la semana pasada (el 13 de Agosto), que las parejas o matrimonios integrados por homosexuales tienen pleno derecho de adopción.

Esta situación motivó un serio enfrentamiento verbal y legal entre la Iglesia Católica, representada por el Cardenal Juan Sandoval Iñiguez, quien de manera inapropiada y un tanto grosera señaló que esa errónea resolución de la Corte (la aceptación de la adopción por parejas homosexuales) se debía a que la Corte había sido “maiceada” por el gobierno del D.F. que encabeza Marcelo Ebrard; quien a su vez amenazó y demandó penalmente al Cardenal por difamación y daño moral; hasta aquí la parte estrictamente formal.

Sin embargo, ¿tiene razón el Cardenal, la Iglesia Católica y la sociedad en general a oponerse a esta resolución de la Corte en el sentido de permitir la adopción a esos matrimonios?

Antes de responder de manera tajante, lo cual es muy difícil, hay que comprender que la situación de la Iglesia Católica frente a la sociedad y a la propia feligresía es delicada, pues los últimos escandalosos acontecimientos nacionales e internacionales han puesto en entredicho muchas de sus estructuras normativas, y hasta los valores morales de muchos sacerdotes, obispos, arzobispos, etc, con motivo de los cientos de casos de pederastia cometidos por engendros como Marcial Marciel de los Legionarios de Cristo, así como de otro Obispo Irlandés que solapó la violación de muchos niños por sacerdotes de aquel país.

Muchos Católicos sentimos que no han sido adecuadamente sancionados éstas conductas degeneradas por temor al escándalo, pero éste ya se generó, ahora corresponde a la alta jerarquía, desde el Papa Benedicto XVI hacia abajo combatir este flagelo que azota a la Iglesia en lo más preciado que existe en el mundo, la niñez; esto simplemente significa que hay pastores o sacerdotes que no merecen el ministerio y que deben ser castigados; pero la Iglesia Católica como tal no puede ser condenada, pues de ninguna manera sus normas y leyes avalan estas conductas criminales de ningún sacerdote por elevada que sea su jerarquía. La Iglesia Católica o cualquiera otra no se integra sólo por los Ministros de culto, sino también y mayoritariamente, por seglares.

Así pues, independientemente de las fallas y errores de algunos o muchos sacerdotes, el Cardenal Sandoval tiene razón en oponerse a la adopción de niños por parejas homosexuales, si bien éstas han formalizado su unión con el matrimonio civil, en uso de sus derechos de libertad e igualdad; también es cierto que un niño o un bebé no tiene la capacidad intelectual para decidir si quiere ser hijo de un matrimonio homosexual, y al ser incorporado al hogar tendrá dos madres o dos padres, situación que podrá trastornar su percepción de la sociedad misma, y que además, será sujeto de discriminación en la escuela y con sus amigos por ser un niño que vivirá y crecerá sin un equilibrio familiar que sólo existe, hasta ahora, en los matrimonios heterosexuales; aunque hay que admitir que algunos de éstos también pueden ser pésimos padres.

Dos padres o dos madres de un niño son un hecho contra natura, no debe ser, no es posible que a un ser pequeño e indefenso se le condene a ser marginado y segregado de la sociedad porque un grupo de políticos quieren congratularse con un grupo social minoritario a costa de la confusión de la identidad y el equilibrio emocional de un niño, por naturaleza incapaz de discernir entre lo bueno y lo malo, entre lo normal y lo anormal.

Consideramos que la mayoría de los mexicanos con y sin partido político, incluyendo al PRD, no pueden estar de acuerdo con esa decisión de la Corte, resulta atentatorio contra el derecho natural de todos los niños a tener una familia normal con una madre y un padre.

Consideramos que en este tema de la adopción la tremenda Corte fué demasiado lejos, por proteger derechos de una minoría se olvidó de velar por los derechos de los niños; en países como Portugal y parece que también Francia, existen ya matrimonios homosexuales, pero no se permite la adopción. Ojalá que ésto no se ponga en práctica. En México existen muchas parejas heterosexuales que desean adoptar.

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