En estos días electorales, resulta absurdo el silencio impuesto por una Ley Federal Electoral hecha con el hígado y con las patas por los legisladores en 2007, muchos de los cuales todavía ostentan una curul, ahora hablan pestes del engendro jurídico que aprobaron ellos mismos hace más de cuatro años, que impide en realidad el ejercicio de los derechos elementales de expresión de los candidatos y de los ciudadanos, así como también limita el derecho social a la información de los medios masivos de comunicación.
A contrapelo con lo anterior, el inútil mamotreto en que se ha convertido el IFE desde el 2007, tendrá en este 2012, año electoral, un presupuesto histórico por su magnitud del orden de los 15, 953 millones de pesos, de los cuales 10,454 millones se destinarán a la organización del proceso electoral, 5,292 a los partidos y 207 millones a promover el voto en el extranjero con los que nuestra deteriorada y mal llamada democracia, que en realidad es sólo partidocracia, que resulta ser la más cara del mundo, pues cada voto nos cuesta, según algunos expertos politólogos 17.2 dólares, comparada por ejemplo con la de Argentina, donde cuesta 70 centavos de dólar; ¿qué le parece amigo lector? ; Lo peor del caso es que en el extranjero nos cuesta casi mil dólares cada voto, según las estadísticas de las últimas elecciones federales.
Resulta increíble que un país tan pobre como el nuestro derroche tal cantidad de recursos en aparentar o simular una democracia que en la realidad no existe, los ciudadanos están secuestrados por mafias políticas que se integran en partidos políticos con mezquinos propósitos como: monopolizar el poder político, evitando el ascenso al poder de los ciudadanos sin partido que somos la mayoría, apoderándose de todos los puestos públicos y de los administrativos para tomar las grandes decisiones nacionales a partir de las camarillas o mafias políticas, sin considerar las necesidades sociales de las mayorías, sino los intereses de las cúpulas políticas que detentan el poder, aunque sean claras minorías con todo el poder del estado en sus manos, las mafias partidistas distribuyen a su arbitrio los recursos del presupuesto, es decir de los impuestos que pagamos todos y del patrimonio de la nación, como son los recursos petroleros, generándose así una enorme corrupción a partir de que los políticos y funcionarios se enriquecen cada vez más al amparo del poder con total impunidad, para muestra tenemos los casos de Humberto Moreira, de Ney M. González y Mario Marín por citar sólo tres grandes depredadores entre muchos más.
México ha sido un ejemplo de corrupción a nivel mundial también en los aspectos financieros, así tenemos que la banca privada, rescatada primero por el gobierno desde 1995 con recursos presupuestales por un monto de 889,403 millones de pesos, y todavía debiendo otros 826,663 millones (IPAB), según la Auditoría Superior de la Federación; a partir del año 2000 esa banca privada y saneada por el gobierno se vendió en su mayor parte a bancos extranjeros como Santander, BBV, HSBC, First Nacional City Bank, etc; para llegar a quedar en sus manos más de 80 por ciento de la banca privada del país en 2011.
Lo más importante de esto, es que la nueva banca extranjerizada y rescatada, desde el año 2000, hasta el 2011, ha tenido utilidades por 569 mil millones de pesos que han ido en constante aumento, pues en el año 2000 fueron de 11,961 millones, y en el 2011 llegaron a 71,855 millones, durante esos once años han crecido a una tasa promedio anual de 41 por ciento, más que cualquier que otra empresa mexicana lícita, por lo cual los bancos extranjeros establecidos en México son los más rentables del mundo, sin duda alguna.
Lo anterior es debido a la falta de control por parte del gobierno de las elevadísimas tasas de interés que cobra la banca y que llegan al 50 por ciento anual, en los créditos al consumo con tarjetas bancarias, que son los más altos del mundo y los más elevados en la OCDE. Tristemente nuestros inútiles legisladores federales de todos colores no han tenido el valor de ponerles un tope a las tasas de interés que cobran a su gusto los bancos usureros.
Para concluír, podemos decir que la corrupción en la política reflejada en una banca voraz y agiotista ha impedido el adecuado crecimiento, el desarrollo económico y la verdadera democracia en nuestro país.
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